¿Qué nos pasa cuando trabajamos en un lugar que no nos gusta,
haciendo algo que no nos gusta, con jefes que no nos gustan?
Podemos sostener, durante un tiempo relativamente corto, la idea
de que nos vamos a acostumbrar, y nos convencemos de ello pensando en la
seguridad de tener a fin de mes una suma de dinero que nos ayuda a (sobre)
vivir, agradecemos tener empleo en esta época de crisis, en fin, muchos motivos
que cada uno sabrá si son válidos o no. Lo cierto es que la vida, en general,
nos lleva a una vorágine diaria en la que nos vamos metiendo, poquito a poco, y
a la que nos vamos acomodando, adaptando y lo peor, acostumbrando. Entonces
nuestros días se transforman en una rutina perfecta llena de actividades, de
horarios que cumplir, de gente, de reuniones y así vamos atravesando nuestro
camino, creyendo que con suerte pronto podremos trabajar en un lugar mejor, con
un sueldo extraordinario y un horario ideal para hacer todo eso que ahora no
podemos hacer por falta de tiempo, y de dinero, claro.
Pero, ¿qué nos pasa mientras tanto? Soñamos, anhelamos, deseamos.
¿Nos ocupamos? ¿Intentamos verdaderamente lograr el cambio? Nos sumergimos en
un mar de incertidumbre que nos ahoga poco a poco, nos llenamos de responsabilidades que no podemos manejar y
que no queremos tener.
Claro que también influye nuestro contexto familiar y social, los
compromisos asumidos sin ganas, las relaciones desgastadas y desamoradas. Todo
tiene que ver. Todo nos afecta, o no. Fácilmente decimos que todo pasa y todo
llega. Enseguida nos convertimos en grandes consejeros: “Yo que vos, haría tal
cosa”. ¿Y vos? ¿Qué haces para cambiar o mejorar eso que no te gusta?
Trabajar en un lugar que no nos gusta, con gente asquerosa, a la
que solo le importa su propio ombligo, gente que olvidó la sutileza en su casa
al despertarse a la mañana, jefes que abusan de su autoridad, obligándonos a
trabajar hasta cuando no nos corresponde, haciendo que nuestros días sean
eternos porque a última hora se les ocurrió pedirnos algo que, claramente si no
hacemos, corremos el riesgo de que nos echen, o de que durante varios días
apenas nos dirijan la palabra. Psicópatas.
Creo que sabemos hace tiempo que no nos gusta, que no queremos
más, que debemos irnos, que tenemos buscar la manera, preguntar, pedir, leer,
investigar, escuchar y más, sí, hacer todo y más por conseguir eso que tanto
deseamos. Por supuesto que es muy fácil verlo desde afuera, decirlo y soñarlo,
que intentar y lograrlo.
Pero como sabemos, prácticamente nada es imposible y mucho menos
intentar, aunque caigamos, tropecemos y nos choquemos una y mil veces. Siempre hay
un lugar, una persona, una palabra, un color, una caricia, una mañana, algo que
nos dispara las ganas, esas ganas. LAS GANAS de ir por todo y más.
Entonces, acá estoy, trabajando en un lugar y con gente que no me
gusta pero escribiendo.
Comentarios
Publicar un comentario