Apenas asoma la suavidad de la noche sobre el mar, una tibia luz se divisa allá en el horizonte. Si por ella fuera lo iría a buscar en el medio de tanta inmensidad, y así la espera ya no sería su castigo. Y la noche sería eternamente noche. Oscura, brillante, atemorizante. El mar lanza cantos con cada ola, la brisa intensa calma el sonido de las gaviotas ya cansadas de andar. Si a él se le hubiese ocurrido tan sólo esperarla sin buscar, la intriga no lo hubiera abrumado y el sol nunca lo hubiera abandonado. Apenas pueden ver un faro a lo lejos, sobre el mar, a miles de kilómetros de distancia están. Ellos entre sí y ellos del mar. El frío busca interponerse en sus pensamientos y alejarla de ese sufrimiento que no la deja abandonar ese angustiante dolor. No hay nada que la aleje, nada que la haga olvidar. Lágrimas de frío sobre el mar. Una y otra vez, una vez más. Cada día y cada noche ella espera que el infinito mar la lleve hasta allá. Allá donde su amor quedó, allá cerca del cielo, a...