Silencio abrumador que nace desde la lejanía de las ventanas del cielo. Cada palabra que surge es un pequeño viento asustado que intenta salir desde el alma naturalmente entusiasmada. Una gota de agua está cayendo de tu boca, llena de sangre, inmersa en dolor. Cada minuto es eterno en silencio. Soledad que entierra recuerdos. Recuerdos imposibles de olvidar, que arrastran lágrimas de una infancia inmaculada. Una caja sobre tu falda, un lápiz quebrado sobre las hojas mojadas. Las palabras ya no llegan, no enloquecen, no engañan. El respeto abandonado en el día pasado, las copas vacías de años destrozados. Perdés cada vez. Perdés otra vez. Violenta sed de venganza que llena tu calma, violencia que intenta atrapar la crueldad de su ser. La sangre derramada es mucha y es nada. La piel en carne viva se siente en llamas. Imposible abrir los ojos y salir de este hueco, imposible encontrar la mirada perdida de noches pasadas. Irreconocible estás. Otro ya eres. No lo dejes más.